En caso de asfixia, rompa el vínculo

Si te preguntase qué es lo que deseas para las personas que quieres muchas de las respuestas serían algo así como que fuesen felices. Y resulta bastante obvio que solo tengamos buenos deseos para nuestros seres queridos, independientemente del tipo de relación que mantengamos con ellxs, hermanxs, padres y madres, parejas, hijxs, amigxs…

Sin embargo la realidad de muchas relaciones dista bastante de este deseo de bienestar y autorrealización; padres y madres que castigan duramente (en la mayoría de los casos no nos referimos a un castigo físico) que sus hijxs se alejen de las expectativas que tenían creadas para ellxs, parejas en las que el objetivo es cambiar al otro a nuestra imagen y semejanza, amigxs a los que debemos rendirles cuentas sobre nuestras decisiones o que nos imponen cómo debemos ser para encajar en esa amistad, hijxs que creen que sus padres les deben consultar cualquier relación que quieran incorporar o eliminar de su vida…

Todos estos ejemplos, más comunes de lo que podríamos pensar, se traducen en vínculos asfixiantes. ¿Y cuál es la base de todas estas dinámicas? Para nosotras son muy importantes las creencias y expectativas que arrojamos sobre la otra persona. Con esto no queremos decir que tenemos que evitar crear expectativas sobre las relaciones que tenemos, de hecho creemos que sería un trabajo bastante complicado de conseguir, lo importante es revisar esas expectativas y creencias que nos dictan cómo deben de ser nuestras relaciones. Algunas de las preguntas que podríamos hacernos son:

  • ¿Qué modelos familiares hemos recibido?
  • ¿Qué ideas tenemos sobre cómo debe ser la relación de madres/padres- hijes, las relaciones de pareja, la amistad?
  • ¿Qué consecuencias tienen nuestros comportamientos en la otra persona?
  • ¿Qué cosas he dejado de hacer o haría si la relación no fuese de este modo?
  • ¿Realmente actuamos pensado en la libertad y en el respeto de la autonomía de la otra persona o atendiendo a nuestras necesidades personales de controlar a la otra persona?

Obviamente la otra persona de la relación también debe hacer un trabajo importante para no acabar en un estado de indefensión aprendida tan alto que lleve a la anulación de su identidad. En muchas ocasiones, como en las relaciones de pareja o de amistad, la opción más viable es la ruptura de la relación (aunque no digamos que sea la opción más sencilla a priori). Pero es cierto que hay relaciones de las que es mucho más difícil alejarnos, básicamente porque son relaciones que no hemos elegido nosotrxs mismxs pero nos atan de alguna manera, como las relaciones familiares. En estos casos puede ser más difícil o incluso estar peor visto poner distancia o límites, con creencias populares como «la familia es lo más importante» o «a la familia se le perdona todo» es mucho más complicado aceptar que nos están haciendo daño y que tenemos que alejarnos si nada cambia.

Y con esto no queremos decir que una familia funcional se distinga de una familia disfuncional por la ausencia de problemas relacionales, no, la diferencia radical está en si dentro de esa familia se llevan a cabo dos tareas importantes para las personas que las componen:

  1. Ofrecer un sentimiento de identidad individual y de pertenencia a un grupo familiar acogedor y estable.
  2. Facilitar un sentimiento de autonomía y de individuación frente a lxs otrxs integrantes de la familia y al resto de sistemas sociales fuera de la familia.

En resumen, todxs tenemos derecho a desarrollarnos como personas individuales dentro de las relaciones que establecemos y si nos encontramos en una relación que impide nuestra autonomía y acaba minando todo lo que somos o lo que podríamos ser, rompe el vínculo. Da igual que sea un familiar cercano, amigxs o pareja, ninguna relación merece nuestra destrucción emocional.

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Bibliografía

«Estructura y organización familiar» Fernando Carrasco

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